12 ago 2010

5. ¡Y mi mamá también!

Desperté sofocada por un calor desubicado para el mes de marzo. “Este clima está más loco que toda mi familia junta”, pensé. Intenté despabilarme bajo la ducha, pero mis párpados hacían un esfuerzo desesperado por volver a cerrarse. Permanecí en trance dentro de la bañera mientras el agua pegaba sin descanso contra mi nuca... Todo era paz... Hasta que sonó el timbre: alguien lo tocaba sin interrupciones como si estuviese siendo perseguido por un loco con una motosierra en la mano y mi casa fuera el único refugio en kilómetros a la redonda.
Cerré las canillas, me puse la bata y envolví mi cabeza con una toalla mientras el timbre seguía insistente… Incansable… Salí corriendo del baño hacia la puerta de entrada, pero Mala Suerte también se había levantado temprano: interpuso una silla en mi camino y el dedo chiquito de mi pie derecho se topó con la pata... Odio cuando eso pasa… Y me pasa seguido.

Me agaché y froté mi pie maltrecho mientras el sonido seguía ensordeciéndome:
-¡Ya va, mamá! ¡Esperá que tropecé con una silla!
-¿Cómo supiste? ¿Acaso la tía Marita te contó sobre mi viaje?-gritó mamá del otro lado de la puerta perturbando con sus alaridos la tranquilidad de mis vecinos.
-¡No, mamá! Pero sos la única persona que puede sostener de esa manera el dedo en timbre ¿Es que nunca te vas a sacar esa costumbre?
-¿Estás bien, Juana? ¿Te lastimaste?-continuó vociferando desde afuera.
-Sólo fue un golpecito, mamá-dije mientras abrí la puerta y la vi con su valija y su enorme capelina.
-¡Tengo un notición!-ese fue su saludo.
-Antes del notición te pido por favor que entres porque vas a despertar a todos mis vecinos ¡Me van a hacer una denuncia por ruidos molestos! Pasá y decime a qué debo tu visita sin previo aviso.
-¿No te alegra verme? Recorro cinco mil kilómetros para ver a mi hija y a ella le desagrada mi visita sin previo aviso...
-No, mamá... Viedma no queda a cinco mil kilómetros de Buenos Aires... Sólo un poco más de 900.
-¡Cómo te gusta corregir a tu madre! Igual, no te preocupes, no me instalaré por mucho tiempo... Estaré aquí unos días y después me encontraré con el grupo de jubilados en Cipolletti.
-¿Y desde cuándo estás en un grupo de jubilados?
-Menos pregunta Dios y perdona-murmuró uno de sus dichos mientras buscó sus chancletas en el equipaje y desparramó en el piso el resto de las cosas que no precisaba por el momento.

Comencé a preparar el mate y a tostar las últimas rebanadas de pan integral que quedaban en la alacena mientras miraba a mi mamá... Estaba radiante...
-Te veo diferente, estás rejuvenecida-dije.
-Estoy de vacaciones Juana... Debe ser eso...
-No. Es otra cosa ¿Tenés algo para contarme?
-Sólo que me compré un perrito... Es un amor... Tiene una...
-¿Dónde lo dejaste, mamá? ¿No habrá quedado solo en tu casa?
-Que fea imagen tenés de mí... Lo dejé en una guardería canina... Es como mandarlo a la colonia de perros ¡Quedó chocho!
-¿Estás segura? Yo odiaba la colonia.
-No, Juana. Adorabas la colonia.
-Me acuerdo perfecto, mamá... Aborrecí cada uno de mis días en ese lugar. Sobre todo el año que me compraste la malla enteriza, blanca con corazones rojos... El estampado se estiraba con el anchor de mi cuerpo y los corazones se transformaban en esferas ¡Un nene me bautizó vaca de San Antonio! ¡Y todos me llamaron así ese maldito verano! ¡Incluso los profesores!
-La culpa no es del chancho sino tuya porque le diste la oportunidad...
-El único chancho era yo, mamá. Primero: odio que hables con frases hechas que encima repetís mal. Segundo: tenían razón, parecía una enorme vaca de San Antonio...
-Bueno, a lo mejor me confundo y no te gustaba tanto la colonia... Pero quedate tranquila que a Manuel le encanta la guardería canina.
-¿Manuel?
-Al cachorro lo llamo Manuel.
-¿Le pusiste el nombre de mi ex novio?
-No te preocupes... Ninguno de los dos se va a enterar... ¿Tenés papas y harina?
-Sí.
-Esta noche te espero con un platito de ñoquis... Y sacate esa toalla de la cabeza: se te va a secar el pelo y no lo vas a poder desenredar ¿No es hora de arreglarte para ir a trabajar?
-No empieces a organizarme el día, mamá... Aunque la idea de los ñoquis es buena...
-Tengo una noticia bomba y no me dejás contártela -reprochó mientras cruzó las piernas y se corrió el pelo platinado de la cara.
-No importa, mamá. Seguro es otro casamiento; no pienso asistir-dije y saqué un peine del bolsillo de mi bata para peinar con poco éxito mi cabellera.
-No, no-señaló mamá con una sonrisa y su actitud de periodista de chimentos-, es tu prima Claudia... El marido la abandonó.
-¿Será por eso que no asistieron a la cena de fin de año?
-Dijeron que estaban de viaje, pero la verdad es que la cosa ya iba mal...
-¡Ingratos! ¡Todavía estoy pagando el regalo de bodas!-me lamenté.
-Ingrato él que la dejó por una compañera de yoga… Parece que ya salían desde antes del casamiento.
-¿El marido de Claudia hacía yoga?… Bueno, eso no me importa. Me duelen las dos cuotas que todavía me quedan por pagar.
-No seas tacaña...
-Eso y el papelón que hice en boda a la hora del ramo: era la soltera más vieja.
-Tu edad no fue el papelón... Sino que tironearas del ramillete junto con aquella chiquilina de quince años ¿La tiraste al piso o se cayó?
-Se cayó. Además, ella ya había sacado el anillo de la torta... ¿Acaso la gente ya no se casa para toda la vida? Me pregunto si estaré buscando un esposo o un futuro ex marido...
-Juana, no digas eso... Además si no tenés novio, difícil va a ser...
-Basta mamá, no necesito tu cuota de desánimo a esta hora de la mañana... Ponele queso crema a las tostadas que ya está el mate. Además, sólo para que lo sepas, hay un médico...
-¡Quiero conocerlo!
-Yo también. Vamos a tener nuestra primera cita formal cuando vuelva de un congreso en no sé dónde. Claro, si Mala Suerte me deja tranquila...
-Juana, no se te va a despegar nunca la mala suerte si seguís llamándola con nombre propio. Te dije mil veces...
-Bueno, basta mamá... ¿Alguna otra novedad?
-Sí. Este maquillaje disimula bien las arrugas ¿Viste? Y me puse una faja nueva que achata la panza y levanta el busto ¿Cómo me ves?
-Radiante ¿Pero a qué se debe tan repentino cambio? Te aclaraste el pelo ¿Es por el grupo de jubilados?
-Sólo decidí que era hora de empezar a cuidarme un poco más...
-No, no, hay algo más... ¡Ya sé! ¿Cómo pude ser tan ciega? ¡Estás de novia!
-No voy a hacer declaraciones-respondió mientras cambió su cara de reportera del espectáculo a su pose de celebridad de Hollywood.

Al final ¡Todo el mundo está en pareja! ¡Y mi mamá también!

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